Esta mañana me he llevado un susto de muerte, entré en el trastero de la ermita y vi con asombro otro perro. Macario me ha explicado que no se trata de otro perro, sino de un espejo que él ha retirado y colocado allí.
No se los humanos que piensan y si se reconocen a sí mismos cuando se ven reflejados, pero a mí me pone bastante nervioso, tanto, que Macario ha terminado dandole la vuelta y evitando así mis inquietantes gruñidos.
Rufo