Macario nos riñó ayer. El perro de un vecino se acercó a la ermita curioseando y nosotros, yo, sobre todo, nos lanzamos sobre él. No podíamos tolerar que un intruso campara por sus respetos en terrenos de la ermita.¡No admitimos extraños!
Macario dice que "estamos mal socializados (?) y que es por su culpa" ¿cómo equilibrar nuestro instinto de la territorialidad, con la acogida monástica que él quiere practicar? Me temo que no hay solución.
Bueno, hoy es un día felíz, es San Crispín y la ermita de Elche donde se reúnen los ortodoxos rumanos está ocupada por los católicos por ser su santo titular. Así que Macario estará todo el día con nosotros.
Rufo.
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